La adopción de medios de pago digitales, en lugares tan dispares como Kenia o Dinamarca, y las criptomonedas ponen en entredicho la supervivencia del efectivo
En esta era de transformación digital en la que la música son archivos MP3, los libros son e-books, las fotografías nunca las imprimimos y las cartas han dado paso a los e-mails, hay un reducto que aún resiste: el dinero. Pero ¿por cuánto tiempo?
En Dinamarca el Gobierno quiere apostar por eliminar el efectivo del país en los próximos meses. Esta decisión se suma así a la tomada por otros países nórdicos como Suecia o Islandia donde se promueve la desaparición del dinero físico con la aplicación de medidas que permiten abonar con tarjeta cualquier compra, desde un café hasta unos caramelos. Los daneses han prohibido el efectivo en tiendas de ropa, gasolineras y restaurantes, la primera fase de un plan, cuyo objetivo a medio plazo es convertir al país en el primero del mundo sin monedas ni billetes. De hecho, el Banco Central de Dinamarca ya no los fabrica.
¿Qué frena o acelera la desaparición de los billetes?
En Alemania las compras por importes inferiores a 20 euros se realizan casi en su totalidad en efectivo, mientras que cuando el coste es de entre 50 y 100 euros se utiliza la tarjeta de débito en un 43% de las ocasiones. Algo parecido pasa en nuestro país, donde las comisiones en los pagos por tarjeta o móvil para bajos importes son un desincentivador para que los comercios permitan pagar por esa vía.
Hay tres detonantes que pueden acelerar este cambio. El primero es la tecnología aplicada a los medios de pago. Actualmente hay una interesante competencia entre entidades financieras, compañías de tarjetas de crédito (Visa vs Mastercard), grandes tecnológicas como Google y Apple (con sus aplicaciones Google Wallet y Apple Pay, respectivamente) y multitud de pequeñas empresas dedicadas al fintech (tecnología financiera) con innovadoras iniciativas.
El segundo factor determinante del cambio son las famosas criptomonedas, encabezadas por el bitcoin. Este es posiblemente uno de los cambios más desconocidos y disruptivos. Pero lo más atractivo —y gran parte de la genialidad— de esta moneda programable radica en su tecnología. La llamada cadena de bloques o blockchain es un libro contable descentralizado donde se registran todos los intercambios de una unidad de cuenta o bitcoin.
El tercer y último detonante que puede acelerar la desaparición del dinero tiene que ver con el impacto fiscal y el fraude. El fin de las operaciones en efectivo permite un mayor control de las transacciones evitando el blanqueo de capitales y la evasión de impuestos, que genera la economía sumergida. Un país sin dinero físico no tendría más evasores, ni problemas de pagos en B. Además se evitarían los atracos físicos, aunque la piratería se pasaría al lado digital. Por otro lado, las entidades financieras y los Gobiernos se ahorrarían mucho en la manipulación, el transporte y la custodia del efectivo.
El final del dinero físico está más cerca que nunca. Su fecha de caducidad aún está por determinar, pero la tecnología ya proporciona todo tipo de soluciones para realizar pagos, y los usuarios son cada día más digitales —y adictos— al móvil. Ellos tendrán la última palabra a la hora de elegir el medio de pago definitivo. Y puede que los billeteros tengan sus días contados.
Samsung, Apple y Google ultiman sus sistemas para que paguemos con el móvil de forma cómoda y con todas las garantías de seguridad
El objetivo es extender a Occidente las plataformas de pago seguro que vienen funcionando con tecnología NFC en Japón dede hace varios años -allí es algo que está totalmente asimilado por la sociedad-. De momento, tanto Apple como Google o Samsung están desarrollando y lanzando cada uno sus propios sistemas.
La firma surcoreana ya lo ha puesto en marcha en su país de origen y en Estados Unidos y los próximos mercados a los que apunta son China, Reino Unido y España, con un software muy intuitivo que viene preinstalado en los S6 Edge+ y en los Note5. Sorprende por su sencillez -basta desplazar la pantalla hacia arriba y situar la huella dactilar del usuario- y por su universalidad, pues será efectivo en cualquier establecimiento en el que actualmente se pueda pagar con tarjeta de crédito.
En el caso de España, también las operadoras de telecomunicaciones Movistar, Orange y Vodafone se están poniendo las pilas para adaptarse a esta revolución. Estas últimas compañías se apoyan en una tarjeta SIM específica, que incluye todos nuestros datos y que se convierte en nuestra firma. Su trabajo consiste en garantizar el uso seguro en los comercios normalmente con el simple contacto del dispositivo con un terminal adaptado. También se han puesto en marcha proyectos piloto como el de la red de transporte público de Valencia.